Viejo
Rumi contaba este diálogo entre un médico y un anciano que se hace examinar.
-Yo no estoy en mis cabales – dijo el anciano – pierdo la memoria, olvido las cosas.
-Es por tu avanzada edad – dijo el médico.
-También estoy perdiendo la vista.
-Si, porque eres viejo.
-Siento dolores muy fuertes en la espalda. Sigo teniendo deseos, pero ya no puedo satisfacerlos.
-Es la vejez.
-Y me cuesta digerir lo que como. Tengo el estómago estropeado.
-Tienes más de setenta. Esa es la razón.
-Cuando respiro, siento una opresión en el pecho.
-Es normal, eres viejo.
De repente el anciano se enfadó:
-¡Idiota! ¿Pero qué me cuentas? ¡Eres más ignorante que un burro! ¡Dios ha creado remedios para todas las enfermedades pero tú los ignoras! ¿Todo lo que tienes que decir es que soy viejo!.
-Sí – dijo el médico – eres viejo. Y por eso te enfadas.