El rio
Dos monjes que caminaban juntos tuvieron que cruzar una pasarela situada sobre un rio.
– ¡Mira como saltan de alegría los peces? – dijo uno de los monjes.
– Tú no eres un pez – dijo el otro – ¿Cómo puedes saber lo que le da alegría a los peces?
– Tú no eres yo, ¿cómo puedes saber que ignoro lo que le da alegría a los peces?
– Es cierto que yo no soy tú y que no sé lo que sabes y lo que ignoras. Pero sí sé que tú no eres un pez y por consiguiente, no sabes lo que da alegría a los peces.
– Vuelvo a tu primera pregunta. Me has preguntado. «¿Cómo puedes saber lo que da alegría a los peces»? . Al planteármelo así has admitido que conozco la respuesta.
– Y bien ¿cómo lo has sabido?
– Muy sencillo, ¡cruzando la pasarela!