Trigo y arena
Un árabe cargó su camello con dos bolsas, llenando la primera con trigo y la segunda con arena, para balancear la primera. Mientras se hallaba en el camino, se encontró con un erudito, quien le interrogó sobre el contenido de las bolsas. Al escuchar que una de ellas contenía arena, señaló que el propósito se podría lograr de mejor manera si, en lugar de poner arena en una bolsa, se dividía el trigo, dejando la mitad en cada bolsa. Al escuchar esto, el árabe quedó sorprendido por su sagacidad y concibió un gran respeto por él, por lo cual lo hizo montar en su camello. Luego le dijo:
-Como posees tanta sabiduria, presumo que debes ser un rey, o un visir, o al menos un rico y poderoso noble.
El erudito respondió:
-Por el contrario, soy un hombre muy pobre. Todas las riquezas que me ha dado la sabiduría son fatigas y dolores de cabeza, y no sé donde encontrar una rodaja de pan.
El árabe dijo:
-En ese caso baja de mi camello y sigue tu camino, deja que yo siga el mío, ya que por lo visto tu saber trae mala suerte.