Regalo divino
Un día, en la India, un ladrón penetró en una rica propiedad. Apenas hubo puesto los pies en el jardín, unos perros guardianes se abalanzaron sobre él ladrando ferozmente. Viendo entonces un montón de cenizas, el ladrón se cubrió el cuerpo a toda prisa con ellas y se sentó debajo de un árbol en actitud meditativa. Alertados por los perros, acudieron los propietarios del lugar y viendo al hombre meditar bajo el árbol, exclamaron:
-Un santo varón ha entrado en nuestra casa. ¡Qué gran honor!
Encantados por esta visita inesperada, le cubrieron de presentes. Al irse, el ladrón se dijo a sí mismo:
-He recibido todos estos regalos nada más que por imitar la santidad. Si persistiera, ¿quién sabe si no recibiría la presencia divina?