Razones que defender
Era Mulá Nasrudín un hombre que tenía muchos amigos y gente que lo envidiaba. En cierta ocasión, alquilaba asnos, y un cliente que quería montar uno retrocedió ante el estruendoso rebuzno del animal.
-No tema – lo tranquilizó Nasrudín – por la forma en que lo ha recibido, puede darse cuenta de que es muy sociable.
El hombre manoteó y dijo algunas palabras subidas de tono. Nasrudín respondió:
-No sé qué lado creer. Los dos tienen una razón que defender.