Nasrudín y su burro
Un día le robaron el burro a Nasrudín. Todos sus amigos se pusieron a echarle la culpa es vez de consolarle.
-Debías de echarle la llave a la puerta del establo…
-¿No has oído ningún ruido?
-¿Seguro que no lo tenías bien atado…?
Nasrudín no aguantó más:
-¡Basta! – repuso – me echáis toda la culpa a mí, ¡por piedad! ¿no tenía ninguna culpa el ladrón?