Nasrudín y el maestro de escuela

Un día el mulá Nasrudín vio a un maestro de escuela conducir a un grupo de alumnos a la mezquita.

-¿Cuál es el propósito de esta actividad, docto maestro? – preguntó el mulá.

-Hay una sequía – dijo el maestro – y esperamos que el ruego de los inocentes conmueva al cielo.

-Ruegos inocentes o culpables – dijo Nasrudín – nada puede tener efecto sin conocimiento.

-¿Cómo puede usted probar una afirmación tan peligrosa? – farfulló el afrentado pedagogo.

-Es fácil – dijo Nasrudín – porque si las súplicas y las intenciones dirigidas por la necesidad aparente fueran suficientes, no quedaría un solo maestro de escuela sobre la tierra. Los niños anhelan su abolición.

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