Nasrudín el juez
Un día, un comerciante entró en un pueblo con una caravana. Justo en el momento que pasaba delante del templo, su estómago le jugó una mala pasada.
No pudo contenerse e hizo sus necesidades delante de la puerta. Cogido in fraganti, le llavaron a presencia de Nasrudín, juez del lugar, para que juzgara el hecho.
El Mulla preguntó.
-¿Tenía usted intención de ofendernos?
-¡En absoluto!
-¡Bien! ¿Qué prefiere usted, un castigo físico o una multa?
-¡Prefiero una multa!
-Perfecto. En tal caso deberá pagar usted al tribunal una moneda de oro de un denario.
El comerciante rebuscó en sus bolsillos y sacó una moneda. Le dijo a Nasrudín:
-Únicamente tengo una moneda de dos denarios. Pártala en dos y quédese con la mitad.
El Mulla tomó la moneda, la examinó y le respondió al comerciante.
-No, esta moneda no debe ser partida. Me la quedaré yo y, mañana, tendrá usted derecho a hacer sus necesidades de nuevo delante del templo.