El joyero
Un día, un hombre fue a la joyería y dijo al joyero:
-Quisiera pesar este oro, préstame tu balanza.
El joyero respondió:
-Lo siento de veras, pero no tengo pala.
-¡No, no! – dijo el hombre – ¡yo te pido la balanza!
-No hay escoba en este almacén
-¿Estás sordo? – dijo el hombre – ¡te pido una balanza!
El joyero respondió:
-He oído muy bien. No estoy sordo, no creo que mis palabras esten desprovistas de sentido. Veo muy bien que careces de experiencia y que, al pesar tu oro, vas a dejar caer algunas partículas al suelo. Entonces dirás: ¿puedes prestarme una escoba para que pueda recuperar mi oro? Y cuando lo hayas barrido, me preguntarás si tengo una pala. Yo veo el fin desde el principio. ¡Recurre a algún otro!