Gente extraña

Érase un hombre que solía salir por las noches para estudiar temas espirituales y psicológicos con un grupo de personas. Su esposa se oponía y siempre protestaba de que él era egoísta y raro.
Un día él logró que su esposa acudiese, tan sólo para ver cómo era. La mujer se sentó entre toda aquella gente extraña, escuchando cosas incomprensibles. Finalmente cuando salieron ella dijo:
-¡Qué sarta de tonterías ridículas! Casi no podía aguantarlo…
-Ahora – dijo el marido – ya sabes cómo es: ¿acaso sigues pensando que me divierto acudiendo ahí?

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