Falsa apariencia

Un sufí, vestido con su túnica de lana burda, pasaba por una calle. Golpeó a un perro con su bastón y le rompió una pata. El perro salió aullando y fue a acurrucarse a los pies del sabio Abu Saíd pidiendo que se le hiciera justicia. El sabio le dijo al sufí:
– ¿Cómo te has permitido hacer tanto daño a este pobre ser?.
El sufí respondió:
– ¡Oh sabio, ha sido culpa del perro, y no mía! Si le he pegado es porque me había manchado la ropa.
Pero, como el perro seguía gimiendo cada vez más, el sabio le dijo:
– ¿Qué puede darte en compensación para calmar tu dolor? Si no quieres que yo asuma la culpa de ese sufí, lo haré castigar para hacerte justicia.
Entonces el perro le dijo:
– Oh sabio sin igual, cuando he visto que ese hombre llevaba el hábito de los sufíes, he tenido confianza en él. Nunca hubiera imaginado que pudiera hacerme daño. Si no hubiese llevado esa túnica, lo habría evitado: ese ha sido mi error. Si quieres castigarlo, quítale esa ropa reservada a los justos para que nadie más se engañe con su apariencia.

Publicaciones Similares