El Arquero

El campeón de arqueros de la ciudad de Salimia se quejaba de no tener un rival de su categoría.
– Esta gente no es arquera  y  por lo tanto, no pueden juzgar mi perfección – repetía una y otra vez a todo el que quisiera escucharlo y convencía a todo el mundo de su infelicidad.
Un día, cierto sabio pasaba por la ciudad y se detuvo a tomar una taza de té. En la casa de té, la gente hablaba del desgraciado arquero.
– Tal vez crea que sufre – dijo el maestro – pero el Altísimo ha sido más que benévolo con este hombre. Si hubiera sido instalado entre arqueros, hubiera sufrido constantemente el miedo a ser superado. Si hubiera necesitado realmente adversarios de su propia cualidad, nada le hubiera impedido haberlos encontrado. Hasta que este hombre – y los que le escuchan – puedan oír el mensaje tácito, y olviden el expresado, permanecerán encadenados.

Publicaciones Similares