Ego
Un día, en un paseo, Abu Said y uno de sus discípulos pasaron por una zona plagada de serpientes venenosas. Cuando caminaban una serpiente se deslizó cerca de Abu Said y empezó a enroscarse en él. El discípulo, sorprendido, atemorizado y asombrado, se quedó inmóvil. Al ver el estado de su discípulo, el sheik dijo:
-No tengas miedo. Esta serpiente ha venido a presentarme sus respetos y no me hará daño. ¿Quieres que te diga hola a ti también?
-Desde luego que sí – replicó el derviche ansiosamente
-Amigo mío, ¡eso no pasará nunca mientras sea tu ego quien lo desee!