Decisiones

Un día un auriga pensó:
-Dejaré que el caballo y la carreta vayan donde quieran, quizás estoy tratando de ser el hombre que siempre controla.
Todo resultó bien por un tiempo, ya que el caballo llevó a la carreta por la ruta acostumbrada. Pero cuando el auriga quiso que fuera por otro camino, no pasó nada.
-Necesito más voluntad y menos disciplina – se dijo el hombre.
Un día el caballo pensó:
-¿Por qué debo obedecer?
Y comenzó a tirar de la carreta cómo, cuándo y hacia dónde quería. El hombre lo vendió a alguien que lo tuvo a rienda corta.
Otra vez la carreta pensó:
-¡Voy a establecer mi independencia! A veces mis ruedas girarán, otras las trabaré. A veces crujiré, a veces no. Y aflojaré y contraeré mis clavos cómo y cuando quiera.
La carreta fue considerada insegura y con la ayuda de una hacha, fue destinada para leña.

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