Codicia

Un hombre rico decidió visitar a un sufí para obtener su bendición. Realizó un largo viaje acompañado por una deslumbrante comitiva y al fin llegó al hogar del sabio.
-¡Oh, Iluminado! – exclamó el hombre rico al estar en presencia del sabio – ¡Maestro cuyas invocaciones obtienen siempre respuesta, di una oración por mí!
-¿Qué oración quieres que realice? – preguntó el sufí.
-Pide – respondió el potentado – que nunca caiga en un estado inferior al que me encuentro ahora.
El sufi estuvo de acuerdo y efectuó la oración.
Algunos años más tarde, el sufí entró en un miserable posada y encontró a un mendigo, vestido con harapos, que le atacó cuando le vio.
-¡Yo soy aquel magnate por quien tú rezaste, falso y villano supuesto sufi! – gritó el mendigo.
El sufi dijo:
-¿Cuál es con exactitud tu queja?
-¿Queja? ¡ Mírame, pidiendo limosna e infeliz…!
-Tu oración ciertamente obtuvo respuesta. Tu estado era codicia e inseguridad y aún te encuentras fuertemente atrapado en sus garras.

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