Camino correcto
Existían dos hombres de gran renombre como maestros del Camino Correcto. Ibn Halim relata que fue primero a ver a uno de ellos, cuyo nombre era Pir Ardeshir de Qazwin.
-¿Me aconsejarías qué hacer y qué no hacer? – le dijo
-Sí, pero te daré tales instrucciones que te serán muy duras de cumplir, puesto que irán en contra de tus preferencias, incluso aunque éstas consistan a veces en privaciones.
Ibn Halim pasó varios meses con el pir y descubrió que la enseñanza era realmente muy difícil para él. Aunque los anteriores discípulos del pir Ardeshir eran ya famosos en todo el mundo como maestros iluminados, él no podía soportar los cambios, las incertidumbres y las disciplinas que se le imponían. Al final, solicitó permiso al pir para dejarle y viajó a la tekkia del segundo maestro, Murshid Amali.
-¿Me impondréis tareas pesadas que pueda considerar cercanas a lo intolerable? – dijo
-No te impondré tales tareas – le dijo Amali
-¿Me aceptáis entonces como discípulo ? – pregunto Halim
-No hasta que me hayas preguntado por qué mi entrenamiento no sería tan costoso como el del pir Ardeshir
-¿Por qué no sería tan costoso? – dijo Halim
-Porque yo no me ocuparía de ti ni por tu bienestar real, como lo hizo Ardeshir. Por lo tanto, no debes pedirme que te acepte como discípulo.