Actividades

Erase una vez un sufí al que se le acercó un erudito de una devoción incomparable, célebre por el meticuloso cumplimiento de sus deberes externos. Este hombre le dijo al sufí:
-Observo que no se te ve en las oraciones públicas.
-Así es – respondió el sufí.
El hombre continuó:
-Vistes ropas corrientes y no las túnicas de varios colores que utilizan muchos sufíes.
-Es cierto.
-Y no te reúnes con otras personas para debatir acerca de la espiritualidad; raramente te vemos con un rosario en la mano. Nunca te refieres a los grandes maestros, y en apariencia no te atraen las personalidades santas – prosiguió el hombre.
-Cierto, muy cierto – confirmó el sufí
-¿Puedo preguntar por qué?
El sufí respondió
-Porque ocuparme demasiado en tales cosas interferiría con mis actividades espirituales.

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